Antes de trasladar su residencia al Nuevo Reino de león, vendió un molino de trigo a dos de sus concuños, Martín y Diego Sánchez, en la suma de 1,250 pesos. Para que pueda apreciarse la importancia económica que el inmigrante de Tenerife llegó a tener en Saltillo, puede decirse que solamente durante el año de 1615 envió desde aquí hasta Zacatecas un convoy compuesto de 24 carretas cargadas con 71 toneladas de harina para su venta en aquellos mercados. Del volumen y cantidad de las transacciones comerciales y financieras que franjeó en Saltillo, se viene en conocimiento que el yerno de Navarro no fue un simple coyote que trabajaba para otros. Además M trigo, estuvo envuelto en operaciones financieras substanciales con los alcaldes ordinarios y síndicos procuradores eran elegidos únicamente por los miembros M cabildo que tuviesen título de su empleo. los cuales hacían las veces de gran electores.
Después que Casas dejó de administrar Santa Ana de los Rodríguez, la propiedad creció en otras 84 hectáreas. Para entonces estaba bajo el control de los hermanos Diego y Martín Sánchez. Tras la muerte de don Juan Navarro, Santa Ana había recaído en cuatro o cinco de sus herederas; no obstante, a pesar de los sucesivos matrimonios de la viuda y de sus hijas, la hacienda logró preservarse completa, durante bastantes años, gracias al cuidado de los cuide las menores,

así como de los yernos de Navarro y de¡ segundo esposo de su viuda; todos ellos permitieron que la propiedad continuase administrándose como una unidad integral durante más de cuatro generaciones sucesivas. 86

los hermanos Diego y Martín Sánchez, casados con Ursula y Melchora Navarro Rodríguez, no fueron personalidades protagónicas dentro del escenario político de Saltillo; únicamente Martín incursionó esporádicamente dentro de ese ámbito, desempeñándose como regidor del Cabildo en el año de 1614. De ellos puede decirse que fueron los más solventes de todos cuantos vecinos había entonces en la Villa.
87 Fueron precisamente ambos hermanos quienes compraron el molino de trigo que previamente había pertenecido a su concuño Bernabé de las Casas.

88 De igual manera integraron una compañía minera con varios personajes de aquel tiempo, entre ellos el propio Casas y don Bartolomé de Herrera, otro vecino de la segunda oleada, quien llegó a ser sumamente acaudalado también. Diego y Martín Sánchez lograron consolidar aún más la antigua propiedad de su suegro gracias a que le compraron su parte a uno de sus concuños, el capitán juan Taranco de Valle